-¿Como que los informes desaparecieron? -dijo Lali
aparentemente angustiada.
-Si, ayer por la noche alguien se los llevó. -dijo
Victorio. Peter miró a Lali.
-Tengo una copia de todos los informes que encontré.
Pero no se si están todos los informes que necesitamos. -dijo Lali
sacando de su bolso un portafolios con todos los informes encontrados
de sus papás.
Victorio, Pablo y Mariana los ordenaron y archivaron
bajo la mirada del resto del grupo. Pero tuvieron que esconderlos ya
que la puerta se abrió, pero através de ella apareció Luna.
-Luna, antes de entrar se golpea la puerta. -dijo
Agustín dando el frente con Rocío.
-Lo siento. Pero quería informarles que la familia de
Lorenzo Costas acaba de llegar. -informó dejando ver atrás de ella
a una mujer acompañada por una nena de unos 16 años.
-Hola, soy Lanzani y el es Riera.
-Ya hablamos con el, esta mañana. -dijo con voz ahogada
la mujer.
-Queríamos saber porque murió, si descubrieron algo.
-dijo la adolescente.
-¿Marisa? -preguntó Peter mirando a la nena, esta
asintió.- ¿La hija de Lorenzo? -ella volvió a asentir.- A tu papá
lo mataron.
-¿Por que? -dijo su madre.
-No lo sabemos. Pero lo único que nos puede llevar a su
asesino es otro asesinato. ¿Les suena María José y Carlos
Espósito?
-Si, murieron hace seis años. -dijo la mujer del
asesinado.- Eran grandes amigos de mi marido. Pero hace seis años
los mataron y nunca se supo quien.
-Ellos eran mis papás. -dijo Lali apareciendo en
escena.
-¿Vos sos la pequeña Marianita? -preguntó Ana, la
mujer de Lorenzo Costas.
-Si, soy yo. -dijo con una media sonrisa.
-Pocas veces nos vimos. Tus papás nunca quisieron
meterte en medio de sus temas en la comisaría.
-Lo se. -dijo ella intentando mostrar sus dientes.- Les
vamos a poner vigilancia por la policía... No quiere decir que les
vaya a pasar nada, pero no queremos arriesgarnos.
-Pero, ¿corremos peligro? -preguntó Marisa.
-No lo sabemos, por eso les vamos a poner vigilancia.
-explicó Peter.
-Muchas gracias... -las dos mujeres abandonaron la
comisaría.
-¿Encontraron algo? -preguntó Lali cuando volvió a la
sala donde Pablo y Victorio seguían buscando en los informes.
-Faltan, a lo menos tres documentos del caso de tus
papás. -informó Pablo. Lali suspiró y tiró su cabeza hacia atrás.
Pero su celular llamó su atención al sonar. Vió el nombre de la
persona que llamaba y abrió los ojos como platos.
-¿Que pasa, Lalucha? -preguntó Rocío riendo de su
expresión.- ¿Quien es?
-Ana.
-¿Quien es Ana? -preguntó ahora Nicolás.
-Mi hermana mayor... -dijo dejando su celular encima de
la mesa.
-¿No le vas a atender? -preguntó Peter.
-No, nuestra relación no es la mejor que digamos...
-explicó la petiza sentándose en una de las sillas de la sala de
reuniones donde se solían juntar para charlar.
-Pero, tenés que hablar con ella sobre el tema de tus
papás. -dijo Pablo.
-No, mejor que no sepa. Se va a poner loca y nos va a
molestar a diario acá, en la comisaría. Mejor que no sepa nada. -el
celular empezó a sonar de nuevo.
-Lali, o le atendés o le atiendo yo. -amenazó Nico.
Lali rió y agarró su teléfono.
-¿Hola?
-¡Sister! -gritaron desde el otro lado del celular.
-Ana... -dijo ella.
-¿A que no sabés donde estoy?
-¿Y si no me cuentas como quieres que sepa?
-En Dima. Estoy justo delante de la puerta de
comisaría. -Lali abrió los ojos como platos.- Tenemos que hablar,
tengo una sorpresita para vos.
-Pará, pará. -pidió agarrando ya su bols y su
portafolios.- Esperá que ya salgo yo, justo tengo ahora un descanso.
Colgó la llamada y miró a sus compañeros.
-Date el resto del día libre. -dijo Victorio. Ella besó
las mejillas de Pablo y Vico , sabía que la iban a cubrir bien.
Salió casi corriendo de comisaría, sin tropezar con nadie, por
suerte. Y cuando salió a la calle su hermana la estaba esperando
delante de un auto que estaba estacionado en la vereda.
-¿Que hacés acá? -preguntó Lali, cuando la vió
mientras ella le abrazaba.
-Vine a verte y traje algo. -dijo señalando a una
persona al otro lado de la vereda. Allá estaba parada Candela, prima
y antigua compañera de trabajo que hacía dos años que no veía por
distintos motivos. Al verla está saludó emocionada y comenzó a
correr hacia ella, dando a mostrar la locura que la caracterizaba.
Las dos se abrazaron fuerte y se hicieron preguntas una a la otra con
euforia mientras Ana miraba de brazos cruzados.
-¿Vamos a tomar un café? -propusó Lali.
-Entre muertes. -contestó Candela. Las dos
rieron y acompañadas por Ana caminaron hacia el bar. Al entrar
Candela se tropezó con Gastón, que rápido la reconoció.
-¿Que hacés acá, huesos? -y ese era el apodo que
Candela se ganó mientras trabajaba en la comisaría de Dima.- ¿De
visita?
-No, para quedarme. -y eso sorprendió tanto a Gastón
como a Lali. Después de charlar unos segundos más con Gastón se
fueron a sentar en su mesa de siempre.
Eugenia salió de la cocina con dos licuados para la
mesa 4. Y se fijó que la mesa de sus amigos estaba ocupada por otras
personas. Una era Lali, otra no la conocía, y la otra... Corrió
hasta la mesa y le tapó los ojos a Candela.
-Umm... Por las manos frías, la hora, y el lugar donde
estoy juraría que es Eugenia. -esta le destapó los ojos y se
abrazaron fuerte.
-¿Que van a tomar? -dijo Eugenia de contarse toda la
vida con Candela.
-Un café. -para Ana
-Otro. -para Candela.
-Yo un juguito, Euge. -dijo Lali. Sus dos familiares la
miraron enarcando una ceja.- El café solo a la mañana.
-Siempre tan estricta vos...
-Así de sola estás. -se quejó Ana. Lali la fulminó
con la mirada y las bebidas de las tres mujeres llegaron.
-Cande, entonces, ¿te quedás? -dijo Lali. La flaca
asintió.
-El mes pasado le mandé un mail al capitán Vázquez
pidiendo trabajo y me aceptó en seguida. Lo único que me falta es
hospedaje. -miró a su prima con ojitos de perro mojado.
-No, Cande. En mi casa no. Es muy chiquita.
-¡Tenés un cuarto libre! -se quejó la flaca.
-Pero allá es donde trabajo, tonta. Pero ya se donde te
podés quedar. Doña Águeda alquila el octavo A. -casa donde las
primas estuvieron alquiladas cuatro años. Cuando Candela se marchó
Lali decidió comprar el tercero A.
-¿Vivir sola? No, no... -la petiza la miró enarcando
una ceja.- Lali, no. Sabés que no me gusta estar sola.
-Comprate un perro. -dijo Ana mirando sus manos. Las dos
amigas la miraron y Candela se echó encima de su prima para
abrazarla.
-Siempre dije que vos eras mi prima más lista, Anu.
-dijo besándo reiteradas veces la mejilla de Ana.- Voy a buscar a
Rochi para que me acompañe. Lalu, encárgate de que Doña Águeda me
alquile el dpto. ¡Os quiero primas! -esto último ya lo dijo
mientras salía corriendo.
-¿Como están Soraya y Beatriz? -Soraya y Beatriz eran
las hijas de Ana. Ana y Eduardo tuvieron dos hijas: Soraya, con 13
años y Beatriz, con 6 añitos recién cumplidos. Pero ella no era la
única Espósito con descendientes. Patricio, el único Espósito,
tenía a Óscar que lucía sus quince y a Lucía con sus dieciocho.
Se notaba que Lali era la más pequeña con diferencia ya que su
sobrina mayor solo era dos años más chica que ella. La mala suerte
hizo que María, la mujer de Patricio y madre de los chicos muriera
hace cuatro años a causa de un conductor borracho.
-Bien, se quedaron con Eduardo. Por cierto, acordate que
este domingo vamos a celebrar el cumple de papá. -y aun que ellos no
esuvieran acá seguían celebrando sus cumpleaños y fechas
importantes.- Ya avisé a Pato.
-¿Como le va al estúpido? -y esque la relación de
Patricio y Mariana era así, aun que se amaran.
-Bien, aun que Óscar anda teniendo problemas en la
escuela con la Física.
-Bah.. No es tan importante. -las dos hermanas rieron.
Aun que su relación no era la mejor se querían.
Después de treinta minutos más las dos hermanas se
despidieron y Ana volvió a Capital con su familia. Lali decidió
hacer lo que su prima le pidió y llamó a Doña Águeda, la cual no
se negó a alquilarle el dpto a la flaca. Después decidió volver a
la comisaría.
-¡Victorio! -gritó el nombre de su amigo cuando lo vió
de lejos, el estaba con Agustín.
-¡Peticita de mi vida! -dijo Agustín cuando la vió
llegar.
-¿Acabaron por hoy ya? -preguntó la pequeña.
-Si, ¿que quería tu hermana? -preguntó por curiosidad
Vico.
-Nada, es que vino Candela y la acompañó hasta acá.
-los dos hombres se miraron con sus ojos abiertos como platos.-
¿Pablo ya se fue? -pero no recibió respuesta.
-Me tengo que ir a llamar a mi madre. -dijo Victorio
saliendo por la puerta de la comisaria.
-Yo tengo que hablar con Nicolás. -Agustín también se
fue casi corriendo.
Lali suspiró riendo y cuando iba a entrar su celular
sonó. Un mensajito de texto llegó hasta ella.
¿Che, me conseguiste el dpto? Yo ya tengo con quien
compartirlo. Se llama Lolo.
Besitos, Candela.
Si, ya podés llevar tus cosas. Doña Águeda le dejó
la llave a Pepe, el portero.
Te quiero. Lali.
Cuando acabó de escribir entró al lavoratorio y se
encontró con Pablo y Rocío besándose.
-¡A vos te quería ver! -la pareja al escuchar a la
petiza se separaron.
-¿Que querés Lali? -preguntó Pablo.
-¿Encontraron algo más en los archivos de mis papás?
-preguntó agarrando una silla para sentarse. Pablo agarró otra y se
sentó en frente de ella -con la mesada de por medio- y Rocío encima
de Pablo.
-No, solo sabemos que nos faltan tres documentos. En la
biblioteca habían registrados 17 documentos, y nosotros tenemos 14.
Mañana los revisaremos por si se traspapelaron. Ahora, andá a casa.
-¿Ya vieron a Cande? -preguntó Lali antes de irse. A
la pareja se le formó una sonrisa, todos amaban a la flaca.
-Si, ya estuvimos con ella. Nos dijo que iba a alquilar
el octavo A. -dijo Rocío.
-Si, ya hablé con Doña Águeda y está todo bien.
Parece que Huesos va a volver a su vida de antes.
-¿Vamos a cenar? -propuso Rocío.
-Si, a Entre muertes. -los tres salieron y entraron en
el bar donde pasaban más de 7 horas diarias.

esta muy buena
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