martes, 26 de marzo de 2013


Orange ball
1.-












Llegamos! -anunció Pablo entrando por la puerta de su casa. Claudia asomó su cabeza por la puerta de la cocina y les sonrió a sus dos hijos que llegaban con el pelo mojado de las duchas el pabellón deportivo.

-Sientense en la mesa, vamos a cenar. -dijo ella. Después de que sus hijos besaran sus mejillas.

Los dos morochos Lanzani, Juan Pedro y Pablo, se sientan en la mesa donde ya está Diego, padre de ambos, y su hermano pequeño Stéfano.

-Cada día que pasa llegan más tarde y yo también ceno más tarde. -se queja el más pequeño.

-Es lo que tiene el mundo del estrellato y de la fama. -rio Peter.

Es que los dos hermanos mayores Lanzani son las estrellas del famoso equipo de básquet del instituto Mandalay. Los dos son los mayores favoritos. El año pasado el Mandalay's Club Basket, llegó a ganar el nacional. Desde aquella muchos ojeadores se interesaron en ellos y estuvieron en la selección argentina. El pequeño de ellos también jugaba al básquet en el mismo equipo pero dos categorías menores a la de ellos. Peter y Pablo fomaban parte del equipo juvenil (sub 19), y Stéfano de los infantiles (sub 15), aunque era frecuente que jugara con los cadetes (sub 17).

Claudia sirvió el pollo en la mesa y los tres Lanzani enloquecieron al ver su plato favorito sobre la mesa.

-Mamá, sos la mejor. -dijo Peter con la boca llena.

-Me encanta tu comida. -ahora fue Stéfano.

-Está buenísimo. -y los siguió Pablo.

-Gracias, mis amores. Pero ahora acaben y recojan la mesa. -ordenó Claudia.

-Ma, tenemos que estudiar. -dijo Peter hablando por el y por Pablo.

-Bueno, vallan. Pero vos no te librás. -dijo señalando al pequeño. Peter y Pablo subieron hacia su cuarto riendo.

Pero yo también tengo que estudiar! -se quejó.

-Tuviste toda la tarde para hacerlo, ellos no. -los defendió su papá.

-Si tuvieron tiempo. Ellos empiezan a entrenar a las siete, desde las cuatro que llegamos a casa hasta las siete tuvieron tiempo. -dijo enojado el rubio.

-Están en último curso, Yeyo. Vos todavía cursás segundo de secundaria. -después de decir esto, Claudia y Diego salieron del comedor y fueron al living a ver quien sabe el que en la TV.

Stéfano, de mala gana, recogió todo y lavó los platos. Cuando terminó subió a su cuarto y vió a Peter con los auriculares en la cama más alta, la cual le pertenecía. PAblo, en cambio estaba en la computadora con el Twitter abierto.

-Son unos invéciles. Me dejaron solo para recojer y mintieron a papá y a mamá. -les gritó el rubio.

-Shhh, no grités. -dijo Pablo.

-Además, te tocaba a vos. -añadió Peter sacando uno de los auriculares.

Siempre me toca a mi, siempre! ¿Saben que? Estoy harto, harto de ustedes, de su equipo, de mamá, de papá, de la escuela, del básquet, de este cuarto, de esta casa, de esta familia. -agarró su almohada su feu enojado.

-¿A donde va? -preguntó Peter. Pablo se encongió de hombros y salieron atrás de el.

Stéfano! ¿A donde te crees que vas? -preguntó Pablo mientras seguía al pequeño con Peter. El rubio se encerró en el baño y cerró la puerta con llave. Peter y Pablo intentaron abrir reiteradas veces pero era imposible. Se rindieron y se fueron a su cuarto.

Stéfano acomodó su almohada en la bañera y el dentro. Estaba incómodo y frío pero no le iba a darle el gusto a sus hermanos.

-Ya verán, ya. Cuando yo sea igual de bueno al básquet que ellos. Me llevan 7 años, no tiene que ser tan difícil... -murmuró antes de dormirse.


-Chicos, mañana estudien el tema 13. -ordenó el profesor mientras sus alumnos recogían sus cosas.

-Che, Lali. -la llamó Rocío, que estaba sentada atrás de ella.- Hoy entrenamos en la cancha buena ¿no?

Aclaración en el equipo de básquet del Mandalay había dos canchas: la buena, donde se jugaba los partidos y entrenaban los pibes; y la mala, donde entrenaban las minas.

-Si, Toni nos lo prometió. -Toni, el único que aceptó entrenar a las minas, pese a que el año pasado tambien quedaron de campeonas de los nacionales.

-Pero ya sabes como hacen las cosas en el Club... -dijo la rubia esperándola con su mochila en la espalda. La petiza cargó la suya y salieron rumbo a sus casas. A las siete deberían volver a las canchas de la escula para entrenar de una buena vez en la buena.


Peter, Pablo y sus amigos llegaron como siempre a las seis a las canchas para cambiarse de ropa adecuadamente y jugar un partidillo antes de empezar a entrenar. Así lo hicieron y a las seis y cuarto estaban jugando en una sola canasta 3 contra 3. Peter, Nico y Gastón formaban un equipo y Pablo, Agustín y Victorio formaban otro. Pero los gritos de unas minas hicieron que su partido cesase.

-Lo se, chicas. Pero me acaba de decir el presidente del club que esta cancha la tienen los pibes. -explicaba Toni a las minas que estaban gritando quejándose.

Siempre las tienen los pibes! Y acá todo el mundo se olvidó de que nosotras también ganamos el nacional. -se quejó Candela.

-Ya, pero ellos tienen a cuatro pibes en la selacción argentina. -Toni traía las excusas preparadas de su casa.

-Nosotras estamos tres en ella. -dijo Rocío. Ya que ella, Eugenia y María formaban parte del equipo argentino. Los pibes que antes estaban jugando se acercaron a ver que pasaba.

-Toni, esto no puede ser más. -se quejó ahora Daniela.

-Perdonen, chicas. Pero ¿que les pasa? -dijo amable Nicolás.

-Pasa que por su culpa, otra vez -dijo Eugenia señalándolos.- tenemos que entrenar en la cancha de abajo. -ya que para llegar la cancha mala tenías que bajar unas escaleras.

-Es que acá entrenamos nosotros. -dijo Peter.

-Siempre entrenan ustedes. -se quejó la petiza que era la primera vez que abría la boca.

-Pará, ¿vos jugás al básquet? -preguntó el morocho otra vez.

-Si, hace doce años que juego. -dijo esta con ira.

-Pero, minas, -interrumpió Pablo con ese tono ofensivo.- nosotros ganamos las nacionales el año pasado tenemos más derecho a usar la cancha buena.

-Nosotras también ganamos las nacionales. -dijo María.

-Pero, claramente, tenemos más nivel que ustedes. -dijo Gastón.

-¿Por que lo sabes? ¿Nos viste jugar alguna vez? -dijo Rocío. Ahí los chicos se callaron.- Toni, ¿ves como no somos respetadas acá?

-Lo se, lo se... Pero ¿que quieren que haga yo? -dijo el adulto.

-Organizá un partido contra ellos. Que venga todo el mundo, y que vean que valemos algo. -pidió Eugenia.

-Que buena idea, Euge. -dijo Toni pensativo.- Dale, vallan a sus casa. Hoy a la noche les mando un mensajito de texto y les digo la hora del partido que van a jugar mañana contra ellos. -las chicas se despidieron de su entrenador y los chicos volvieron a su partidillo. Pero Eugenia, Rochi y Lali se quedaron a verlos entrenar.

-¿Vieron el tonito de Pablo Martínez? -dijo indiganda Eugenia.

-Se cree que porque salió por la TV y es famoso nos puede tratar como quiera. -dijo la otra rubia.

-¿Y la pregunta de Juan Pedro? -ahora era Lali.- ¿Vos jugás? -dijo intentando imitar su voz, que claramente ni se le parecía.- Seguro que llevo jugando más que él.

-Mirenlos, se creen los reyes del mundo. -dijo Rochi con cara de pocos amigos.

Pero la figura de Toni les llamó la atención. Habló con Francisco -entrenador de los pibes- y chocó su mano con el. Cuando se iba a ir vió a sus tres jugadoras en las gradas, se acercó a ellas y les chocó la mano a forma de saludo.

-Buenas noticias. Mañana a las once y media juegan contra los pibes. -anunció Toni.- Vengan para acá a las diez y media.

-Pero, mañana tenemos clase. -dijo Rochi.

-Lo se, pero hablé con el director y nos dió permiso para que toda la escuela venga a verlos. -dijo sonriente. Después de algunas indicaciones para el día siguiente Toni se fue y las tres volvieron a quedarse solas mirando a los pibes jugar.

-Chicas, que bueno está Óscar. -dijo Rochi en un minuto de silencio.

-Y Alex... -añadió Lali. Los dos amigos eran los más amigables con las chicas. Es más, Óscar estuvo con Lali.

-Chicas, claramente son los únicos que valen la pena de ellos. -dijo Euge.- Porque seamos sinceras, buenos están todos.

Las tres rieron del comentario de Euge y mientras reían llegaron Martina, hermana de Rochi, y Stéfano, hermano de Pablo y Peter además del novio de Martina. Los dos llegaban de entrenar por separado, aunque el rubio siempre acompañaba a su novia a casa después de entrenar.

La pequeña Igarzabal! -dijo Euge al verlos.

-Y su noviete. -añadió Lali.

-Que graciosas... -dijo irónica Martina, se llevaba muy bien con las dos mejores amigas de su hermana mayor.- Ro.. se me olvidaron las llaves de casa. Dejame las tuyas y cuando llegues ya te abro yo. -los papás de las dos rubias estarían trabajando hasta más tarde. Rocío revoleó los ojos y sacó sus llaves del bolsillo y se las dió.

-Nunca viene por algo bueno...


Mientra, Francisco explicaba un ejercicio a los pibes pero Peter y Pablo atendían a su hermano.

-No me habla desde ayer. -dijo Pablo.

-Ni a mi. Y aun encima ahora se va con la novia a su casa.. -dijo Peter.

-¿Como lo sabés?

-Porque Rocío es la hermana mayor de nuestra cuñada y le acaba de dar unas llaves.. -se calló cuando vió la mirada fija de su entrenador en ellos. Pero ya era demasiado tarde.

-Lanzanis, corran alrededor de la cancha un poco... -dijo Francisco y los dos morochos obedecieron.


Llegamos! -volvió a anunciar Pablo cuando llegó a casa con su hermano.

-Chicos ¿vienen con Stéfano? -preguntó su mamá.

-No, ¿aun no llegó? -dijo Peter extrañado.

-No, estoy preocupada. -confesó Claudia.- ¿Saben donde puede estar?

-Creo que si... -dijo Peter.- Pablo y yo vamos a buscarlo.

Los dos morochos salieron de su casa en buscar del pequeño Lanzani.

-¿Sabés donde está la casa de Rocío? -preguntó Peter.

-¿Por que tenía que saberlo? -contestó Pablo.

-Porque el mes pasado fuíste a una fiesta allá. -le recordó su hermano. Después de pensarlo unos segundos se acordó.

-Creo que ya se. Es por allá.

Los dos hermanos caminaron unos diez minutos a un paso rápido y llegaron a casa de las rubias. Pero lo que ellos no sabían es que Rocío estaba acompañada. Peter tocó el timbre y la rubia mayor les abrió la puerta de mala cara.

-¿Que hacen ustedes acá? -dijo Rochi.

-¿Que manera es esa de tratar a los hermanos de tu cuñado? -bromeó Pablo. Rocío bufó y intentó cerrar la puerta pero los hermanos se lo impidieron.

-¿¡Que quieren!? -dijo enojada.

-A nuestro hermano. -dijo Peter. Rocío se giró mirando a las escaleras.

-Martina ¿estás sola? -gritó.

-¿Que pasa? -dijo saliendo de una puerta en frente a la que estaban los hermanos, Alex, el mismo del que hablaban horas antes las mujeres. Pero lo que más les sorprendió es que salió poniendose la remera.

-Esperá. -ordenó la rubia.- ¡Martina! -gritó de nuevo.

-¿Que pasa? -se escuchó el gritó de la pequeña. Mientras las dos hermanas se comunicaban a gritos Alex y los hermanos se comunicaban por señas.

-Decile a Yeyo que baje. -gritó por último Rocío antes de fijar su mirada en los hermanitos.- Ya viene. -dijo en el mismo tono que antes.

-Ese tonito.. -dijo Pablo.

-¿Que le pasa a mi tono? -dijo Rocío. Pero antes de que Pablo pudiera responder Stéfano bajó por la escaleras.

-¿Pasó algo, Ro? -dijo el rubio bajando. Pero entendió todo cuando Rocío señaló a sus hermanos.- Buf... Perdón Rochi por cualquier cosa que hayan dicho o hecho.

-No te preocupes.. -dijo la rubia acariciando la cabeza de su cuñado.

-¿Por que decís eso? -dijo Pablo antes de que Rocío cerrala la puerta.

-Porque seguro que la trataron pésimo. -dijo seguro Stéfano. Rocío al escuchar esto decidió acabar de escuchar la conversación de los Lanzani.

-¿Que te hace pensar eso? -volvió a preguntar Pablo.

-Porque son unos invéciles. -así, sin tapaduras. Rocío decidió intervenir.

-No pasa nada, Yeyo. Hasta mañana. -dicho esto cerró la puerta y miró a Alex mordiendose el labio inferior antes de entrar al living de nuevo.

2 comentarios:

  1. Ya listo me clave ! Primer cap y es lo mejorrrrr dios me encanta ! Pork alex estaba sin camisa ? Aaaaaaaa que buena que esta

    ResponderEliminar