lunes, 12 de noviembre de 2012

2. Ay, el amor.



-Euge, dos licuados para la tres. -gritó Gastón desde el otro lado de la barra.- Hola, linda. -dijo saludando a Rochi que entraba por la puerta de Entre muertes en ese mismo instante. Besó su mejilla y la rubia se acercó a la barra.

-Euge, linda, cuando puedas poneme una burguer completa. -dijo Rocío observando a Eugenia en la cocina.

Se sentó en la mesa de siempre y esperó hasta que alguien le sorprendió por atrás mientras discutía con otra persona.

-Te dije que no, Alejandra. -decía su novio entrando por la puerta del bar. La jóven que iba con el saludó a Gastón con un beso en la mejilla y saludó a Euge con la mano.

-Pablo, solo quiero salir un rato a divertirme. -se quejó otra vez la nena. Los dos morochos se acercaron a la mesa donde estaba la rubia. El la saludó con un beso en la boca y la pequeña tan solo la saludó con la mano.

-¿Por que discuten ahora? -es que su novio y su hermana pequeña no hacían otra cosa que discutir.

Rochi! Decile a tu novio que me deje ir a bailar hoy a la noche. -pidió Alejandra.

-No la metas, Alex. -se quejó Pablo.- Y no vas a ir a bailar.

Pablo! Todos mis amigos van a ir a bailar hoy a la noche. Por favor... -hizo pucherito.

-Dale, Pablo... Dejala ir a bailar... -pidió Rochi.

-Pablo... -dijeron las dos mujeres en la mesa al morocho.

-Está bien... Pero como me entere que bebiste lo más mínimo te mato. -amenazó el. Su hermana pequeña la abrazó bien fuerte y se volvió a sentar. Entonces apareció Euge con la burguer de Rochi.

-Tomá rubia. Pero si seguís así, se te va a poner la cola así. -dijo haciendo señas con las manos. La rubia rió provó su burguer.

-A mi poneme un bocata de lo que vos quieras. -dijo Alejandra. Euge sonrió y lo anotó. Después miró a Pablo.

-Yo quiero... -miró la carta del bar como si no supiera perfectamente lo que hay.- Un sandwich club. -eso contenía pequeños sandwich de jamón y queso con mayonesa y lechuga.

-¿Quieren algo para beber? -preguntó Rocío.

-Agua. -el sano de Pablo.

-Coca-cola. -las dos mujeres que no les importaba engordar ni nada parecido. Euge se fue a la cocina de nuevo y entonces apareció Agustín, Lali y Victorio. Se acercaron a pedir para comer a la barra y se sentaron en la mesa con sus amigos.

-Hola, mini-Martínez. -así la llamaba Agustín a la hermana de su amigo.

-Hola, cachetón. -les gustaba joderse entre ellos.

-Chicos, ¿sabían que Cristina se divorció en verano? -dijo Lali sentándose al lado de Pablo.

-Jodeme... -dijo Victorio.- Eso significa que tengo oportunidad de llevarmela a la cama.

-Olvidate, negro. -Agustín y los motes.- La jefa es mía.

-Chicos, ¿se olvidan de que tiene un hijo de quince años? -dijo Rochi.

-¿Quince? ¿Y es lindo? -preguntó Alejandra. Su hermano le golpeó el brazo.

-Olvidate, no sales a bailar eh. -eso era un amenaza en toda regla. Peter y Nicolás llegaron.

-Buenas. -saludó Nico. El y su amigo agarraron una silla de la mesa de al lado.

-¿Averiguaron algo? -preguntó Lali, siempre tan centrada en el trabajo.

-No, la testigo está muy shockeada. Casi no pudimos hablar con ella. -explicó Nicolás. Llegó Eugenia con algunos platos de comida y los dos recien llegados pidieron para comer también.

-Lali ¿solo vas a comer eso? -dijo Agustín haciendole asco a la ensalada de frutas de la petiza.

-Si, yo soy sana no como ustedes. -dijo Lali.

-Si no comes te vas a quedar así toda la vida. -dijo Victorio aterrorizado.

-Ja, ja, ja... ¡Que gracioso! -Lali irónica punto com.

-Chicos, acá tienen todo lo que me pidieron. -Euge dejó los últimos platos encima de la mesa.

-Me voy a ir. -dijo Alejandra parandose.

-¿A donde? -dijo Pablo. Rocío le dió una patada por debajo de la mesa.- Au, quiero decir. Llamame por la noche.

-¿Venís a cenar a casa? -preguntó la pequeña.

-No creo...

-¿Tengo que cenar sola? -dijo Alejandra.

-No, andá a cenar a casa de la señora Estrella. -la vecina de al lado que cuidaba a Alejandra cuando su hermano no estaba ya que sus padres se habían muerto hace unos años en un accidente automivilístico. Alejandra suspiró y se despidió.

-Che, ¿como llevais el asesinato de hoy? -preguntó Gastón acercándose a ellos

-Muy atrasado. Ni siquiera sabemos todavía el nombre de la víctima. Nadie lo reconoció... -dijo Lali levatano su mirada de su ensalada de frutas.

-Pero ahora relánjense, ¿les traigo las cartas? -ofreció Euge. Sus amigos aceptaron y se concentraron en ese estúpido juego al que todos sabemos jugar mientras Euge y Gastón retiraban los platos vacíos de la mesa.

Volvieron a su trabajo pero sin éxito se volvieron cada uno a su casa. Pero volvieron juntos ya que tenían la suerte de vivir todos en el mismo edificio. Peter, Rochi y Nico compartían el octavo C. Pablo y Alejandra, el noveno B. Agustín y Victorio el noveno A. Por otro lado Eugenia y Gastón vivían en el octavo B. Mientras Lali vivía en el tercero A, alejada de todos sus amigos.

Se subieron todos en el ascensor menos Lali que prefería subir por la escaleras, que solo ella utilizaba en todo el edificio. No tuvieron problema ya que en el ascensor podían subir hasta ocho personas, eran seis en falta de Eugenia y Gastón que trabajaban y de Lali que subía por las escaleras.

Rocío, Peter y Nico entraron en su vivienda discutiendo sobre quien debía utilizar el baño primero. Claramente ganó la mujer que se pasó casi una hora allá adentro mientras sus amigos miraban la TV.

Rocío, o acabás ya o te saco de yo estés como estés! -se quejó Peter. Nicolás rió.

-Ya salgo, impacientes. -se quejó Rocío saliendo del baño. El siguiente en entrar fue Nicolás. Peter iba a preparar la cena pero tuvo una idea mejor.

Me voy! No me esperen para cenar. -gritó antes de agarrar sus llaves y salir por la puerta. Rocío y Nicolás asomaron sus cabezas por las puertas de los respectivos cuartos que ocupaban.

-Últimamente vive más afuera que acá. -dijo Rocío.

-Estará enamorado el pollerudo... -dijo Nicolás.

-¿Como lo sabés? ¿Te lo dijo?

-No, pero actúa tal cual vos. Se pasa la vida en casa de otra persona. -Rocío le lanzó un cepillo del pelo que Nicolás esquivó bien.


-Che, negro. ¿Y ahora que hago? -Agustín frente a la cocina con unos spagguettis frente a el.

-Yo que se. No me recibí de esto. Mi mamá los revolvía para que no se pegaran. -mientras decía esto, Agustín buscaba algo con que hacer o que su amigo le mandaba.

-Necesitamos una mina, amigo. ¡No podemos estar haciendo esto nosotros! Tenemos un cuarto allá muerto de asco. -señaló la puerta de aquel cuarto que estaba vacío desde que llegaron al edificio.

-Tenés razón. Tenemos que buscar a una compañera. -marcó bien la última letra.

-Mañana buscamos a alguien. Seguro que las minas conocen a alguien que quiera vivir con dos caños como nosotros... -dijo Agustín sacando la pasta del fuego y sirviéndola en los platos. Victorio lo provó y tuvo que escupirlo.

Que asco!

-¿Si?

-Si. Mejor esperamos a que lleguen Euge y Gas y que nos hagan algo para cenar.. -propuso Vico. Agustín aceptó su idea.


Después de un baño relajante, con su pijama de Snoppy, sus pantuflas blancas y sus trenzas abrió la puerta de su casa.

-Hola. -era él con una sonrisa de lado.

-¿Que hacés acá? -dijo sonriente y dejandolo pasar.

-Vine a pasar la noche con vos, y mañana dormimos todo el día abrazados... ¿Te gusta mi idea? -se acercó un poco más para capturar sus labios.

-Me encanta... -dijo antes de besarle.


NICOOO! -gritó Rocío.- Me voy a casa de Pablo. -sin más cerró la puerta de su dpto.

Nico salió de su cuarto y sonrió. Corrío hasta uno de los cajones del escritorio del living y sacó una libretita.

-¿A quien llamo hoy? ¿Malena, Agustina, Juana, Paola, Blanca, Ana, Clara...? Clara. -lo último era una afirmación. Marcó su número de teléfono y sonrió mientras le hablaba.


-No bailes, no fumes, no te drogues... -ella asentía en la puerta de su casa.- Ojo con los chicos, volvé a casa a las cinco, como acordamos. -la rubia miraba la escena desde una esquina del pasillo.

-Si llego y estás con...

Alejandra! -era un reto para que se callara. Su novia apareció por el pasillo riendo.- Rocío.

-Rochi, te dejo al pelotudo de mi hermano hasta las cinco. Cuando vuelva, lo quiero entero y que mañana sea capaz de prepararme el desayuno. -dijo en forma amenazante la pequeña de rizos morochos. Besó las mejillas de sus mayores y se fue. La rubia y su novio se rieron.

-Está loca. -dijo el atrayéndola hacia su casa.

-Herencia familiar ¿no?

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