Se despertó con el molesto pitido del despertador. Por lo
menos aquel maldito trasto la había despertado esta vez, pensó mientras rodaba
hacia un costado para silenciar la alarma. Los números rojos que brillaban
antes sus ojos en la penumbra de la habitación la hicieron parpadear y mirar
una vez más.
-Mierda-gimió disgustada al tiempo que saltaba de la cama.
Las seis cincuenta y ocho; la alarma llevaba casi una hora sonando, lo cual
quería decir que era tarde. Muy tarde.
-maldita sea, maldita sea-musitó mientras se metia en la ducha
y, un minuto después, volvía a salir. Mientras se lavaba los dientes, corrió a
la cocina y abrió una lata de comida para Bubú, que ya estaba sentado junto a
su cuenco mirándola con el gesto torcido.
Escupió en el fregadero y abrió el grifo para que el agua
arrastrara la pasta de dientes.
-Precisamente hoy, ¿No podrías haber saltado encima de la
cama cuando te entró el hambre? Pero no, hoy decides esperar, y ahora soy yo la
que no tiene tiempo de comer nada.
Bubú dio a entender que no lo preocupaba lo más mínimo que
ella comiera o no, siempre que el tuviera su comida.
Entró de nuevo como una flecha en el cuarto de baño, se
maquilló a toda prisa, se colocó un par de pendientes en las orejas y el reloj
en la muñeca, y a continuación cogió la ropa que se ponía siempre que llevaba
prisa, porque no tenía que preocuparse de nada; pantalón negro y cuerpo blanco
de seda, con una elegante chaqueta roja como complemento. Se calzó los zapatos,
agarró el bolso y salió por la puerta.
Lo primero que vio fue la ujercilla de cabellos grises que
vivía del otro lado de la calle sacando la basura.
Era día de recogida de basuras.
-Diablos, mierda, maldita sea y todo lo demás-musitó Lali
por lo bajo al tiempo que giraba en redondo y volvía a entrar en casa-Estoy
intentando rebajar un poco el número de tacos que digo-le espetó a Bubú al
tiempo que sacaba la bolsa de basura del cubo y ataba las cintas-, pero tu y
Don simpático me lo estáis poniendo difícil.
Bubú le dio la espalda.
Lali salió de nuevo de la casa, entonces se acordó de que no
había cerrado la puerta con llave y volvió sobre sus pasos. Arrastró su enorme
cubo metálico de la basura hasta el bordillo y depositó en él la ofrenda de la
mañana, encima de las otras dos bolsas que ya había dentro. Por una vez, no intentó
no armar ruido; esperaba de verdad despertar a aquel desconsiderado tipejo que
vivía en la casa de al lado.
regresó corriendo hasta el coche, un Dodgle Viper de color
rojo cereza que le encantaba, y sólo como buena norma, al encender el motor, lo
revolucionó unas cuantas veces antes de meter la marcha atrás. El automóvil se
lanzó hacia atrás y con un poderoso entrechocar metálico colisionó con el cubo
del vecino y lo volcó. La tapa del mismo rodo calle abajo.
Lali cerró los ojos y golpeó la cabeza contra el volante…con
suavidad; no deseaba un moratón. Aunque quizás debiera infligirse un moratón;
al menos así no tendría que preocuparse por llegar al trabajo a la hora, lo
cual ya era físicamente imposible. Pero no lanzó ningún juramento; las únicas
palabras que le viniero a la mente eran palabras que en realidad no deseaba
pronunciar.
Puso la palanca en la posición de estacionamiento y salió
del coche. Lo que necesitaba en aquel momento era control, no una rabieta
temperamental. Volvió a colocar en su sitio su maltrecho cubo y a introducir de
nuevo las bolsas de basura, y después encajó de un golpe la tapa deformada.
Acto seguido, devolvió el cubo de su vecino a la posición vertical, recogió la
basura-no estaba, ni como mucho, tan ordenada como la de ella, pero que se
puede esperar de un borracho- y luego se fue calle abajo a buscar la tapa. Ésta
yacía ladeada contra el bordillo enfrente de la casa siguiente. Cuando se
agachó a recogerla oyó que alguien a su espalda cerraba de golpe una puerta de
rejilla.
Bueno, su deseo se había hecho realidad: el tipejo
desconsiderado estaba despierto.
-¿Qué diablos está haciendo?-ladró el tipo. Lucía un aspecto
que daba miedo, con aquellos pantalones de algodón y aquella camiseta sucia,
además de la siniestra expresión que ofrecía su rostro sin afeitar.
Lali se volvió y se dirigió hacia el deteriorado par de
cubos para poner la tapa al cubo del vecino.
-Recoger su basura-replicó.
Sus ojos despedían fuego. De hecho, estaban inyectados en
sangre, como de costumbre, pero el efecto era el mismo.
-¿Se puede saber por qué se empeña en no dejarme dormir? Es
usted la mujer más ruidosa que he visto…
La injusticia de aquello la hizo olvidar que le tenía un
poquito de miedo. Lali se acercó a él lentamente, contenta de llevar unos zapatos
con tacones de cinco centímetros que la elevaban hasta ponerla a la altura de
su barbilla…casi.
¡Y que importaba que fuera un individuo grande? Ella estaba
furiosa, y estar furiosa siempre es ser grande.
¿Qué yo soy ruidosa?-dijo con los dientes apretados. Costaba
mucho subir el volumen con la mandíbula fuertemente cerrada, pero lo
intentó-¿Qué yo soy ruidosa?-lo señaló con el dedo. En realidad no quería
tocarlo, porque llevaba la camiseta desgarrada y manchada de…algo.-No fui yo la
que anoche despertó a todo el vecindario a las tres de la madrugada con ese
montón de chatarra que usted llama coche ¡Cómprese un silenciador, por el amor
de Dios! No fui yo la que cerró de golpe la puerta del coche una vez, la puerta
de la rejilla tres veces… ¿Qué paso? ¿Se le olvidó la botella y tuvo que volver
a buscarla? Ni tampoco fui yo la que se dejó encendida la luz del porche que se
ve desde mi dormitorio y no me dejó dormir.
Él abrió la boca para contestar a su vez, pero Lali todavía
no había acabado.
-Además, resulta muchísimo más razonable suponer que la
gente esté durmiendo a las tres de la madrugada que a las dos de la tarde, o-
consultó el reloj- a las siete y veintitrés de la mañana.-Dios que tarde era-
¡De modo que váyase usted a la porra, amigo! Vuelva a su botellita. Si bebe lo
suficiente, se dormirá y no se enterará de nada.
Él abrió la boca de nuevo. Lali se olvidó de si misma y
llegó a tocarlo. Oh, que asco. Ahora tendría que meter aquel dedo en agua
hirviendo.
-Mañana le compraré un cubo de basura nuevo, así que cierre
el pico. Y si le hace algo al gato de mi madre, lo haré trocitos célula por
célula. Le mutilaré el ADN para que no pueda reproducirse jamás, lo cual
seguramente supondrá hacerle un favor al mundo.-lo recorrió con una mirada
fulminante que tomó nota de aquellas ropas sucias y harapientas, y la barbilla
sin afeitar-¿Me ha entendido?
Él afirmó con la cabeza.
Lali respiró hondo buscando un modo de controlar su arrebato
de mal genio.
-Muy bien. De acuerdo, entonces. Maldita sea, me ha hecho
decir tacos, y eso que intentaba no hacerlo.
Él le dirigió una mirada extraña.
-Sí, desde luego que tiene que vigilar esa mierda de
lenguaje.
Ella se apartó el pelo de la cara y trató de recordar si se
había peinado o no.
-Llego tarde-dijo-No he dormido nada, no he desayunado, ni
siquiera he tomado un café. Más vale que me vaya antes de que le haga algo.
Él asintió.
-Esa es una buena idea. No me gustaría tener que arrestarla.
Lali se lo quedó mirando perpleja.
-¿Cómo?
-Soy policía-repuso él y acto seguido se dio media vuelta y
regresó al interior de la casa.
Lali observó cómo se iba, estupefacta ¿Policía?
-Joder-dijo.
Holaaa chicas ¿Como estan? Espero que les este gustando(: Firmen y dejen sus opiniones.
PD: Recomienden el blog chicas! Jajaja:D

Había entendido cualquiera! Pensé q el vecino ruidoso era maxi no peter!! Ahora quiero más!!
ResponderEliminar:| iurjdhsknfxz quiero otro capi , me encanta la noe :D
ResponderEliminarAl fin se decidió Lali a cantarle las verdades y se tiene k quedar ko,xk el le dice k es policía .¡Y ella k creía k era un borracho !.
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